Si bien la intensidad de la exposición de los niños a los medios y la influencia que éstos ejercen sobre ellos puede ser muy variable, muy pocos permanecen insensibles a su atractivo. En promedio, los niños pasan 35 horas a la semana frente a una pantalla, ya sea viendo televisión o videos, o divirtiéndose con los juegos en video. Esta exposición a los medios puede crear necesidades especiales que los maestros, cuidadores y padres tienen que entender para poder ayudar a los niños.
En todo el país se escucha la inquietud de los maestros y de otras personas que se ocupan de cuidar niños acerca de la forma en que los medios de comunicación, los juguetes asociados con ellos y otros productos influyen en el comportamiento de los niños en la escuela. Los maestros dicen que han aumentado los niveles de agresividad y las lesiones. La calidad de los juegos revela menos imaginación y se caracteriza más por ser más una imitación que una creación. Muchos niños confunden la fantasía con la realidad. Algunos de ellos parecen estar obsesionados con ciertos personajes de películas de acción como los de Star Wars o los Power Rangers y no logran concentrarse en otras actividades.
Los más pequeños tratan de entender lo que ven y de incorporarlo en sus ideas y comportamientos. Muchos de los mensajes de los medios pueden socavar su sentido de seguridad y de confianza o darles la impresión de que pelear o usar armas es normal y necesario.
Los esfuerzos para tratar de prohibir en las escuelas los juegos influenciados por los medios a menudo resultan infructuosos. La prohibición les negaría a los niños la oportunidad de entender lo que ven en los medios de comunicación. La observación de cómo actúan los niños puede ayudar a que los adultos entiendan cómo interpretan ellos lo que ven. Esto puede orientarlo en sus esfuerzos por contrarrestar algunos de los mensajes perjudiciales que bombardean a los niños.
Ayudar a que los niños se sientan seguros es parte fundamental de nuestro papel como padres y cuidadores. Los niños deben poder tener confianza en quienes los cuidan y necesitan entornos seguros y previsibles. Formar parte de una comunidad ayuda a los niños a explorar las relaciones y a tratar a otros con respeto. Este sentido de pertenencia brinda la seguridad necesaria para que el niño se atreva a probar otras cosas y para que crezca y se desarrolle.
Bríndele al niño oportunidades para que comparta e interprete sus experiencias contando cuentos, mediante expresiones artísticas, jugando o escribiendo. Aliéntelo a que sus juegos sean creativos y no imitaciones de los programas de televisión. Suminístrele materiales que apoyen la creatividad en los juegos, como disfraces, bloques de construcción o plastilina.
Dé a los niños tiempo suficiente para hablar de lo que ocurrió durante el día. Es muy importante ayudarlos a describir sus sentimientos y observaciones. Enseñarles que sus voces individuales son escuchadas y respetadas, y que si hablan de lo que les preocupa, pueden sentirse mejor. Estos diálogos enseñan a los niños que para resolver los problemas no hace falta pelear ni usar armas.
Si está preocupado por la influencia de los medios de comunicación, busque oportunidades para comunicarse y compartir sus valores con otros padres y profesionales especializados en la primera infancia. Infórmese acerca del asunto. Trabaje con otros padres para encontrar soluciones comunes cuando se esté elaborando la política de la escuela y para que la gente de su comunidad tome conciencia del problema.
La labor de los padres es muy difícil. Al principio, la lucha para disminuir las horas que su hijo pasa frente a la pantalla puede crear roces o decepciones. Su hijo tal vez proteste por las limitaciones referentes a los programas de televisión, los videos que le permite ver o los juguetes que puede tener. También es posible que los padres se sientan frustrados con respecto a lo que su hijo ve en los centros comerciales, en la casa de amigos, en las tiendas de video, en los cines y en los restaurantes de comida rápida.
Háblele de sus preocupaciones y forme en su hijo hábitos responsables en cuanto a la televisión. Antes de encender la televisión o la computadora, converse con su hijo sobre el tiempo que va a estar frente a la pantalla y sobre los programas que va a ver. Una hora diaria de programas recreativos es más que suficiente. De ser posible, vea los programas con su hijo y ayúdelo a convertirse en un espectador con sentido crítico.
Cuando usted esté particularmente ocupado o distraído, puede alentar a su hijo a que vea un programa bien escogido. Propóngale los programas apropiados y, de ser posible, grábelos, o alquile videos, ya que los niños suelen interesarse en ver un determinado programa una y otra vez. Cuando se termine el programa apague la televisión o la computadora y proponga una actividad diferente.
Comparta sus valores y comuníquese con otras personas acerca de opciones sanas para su niño. Comparta sus inquietudes con la persona que lo cuida y con otros padres. Decida sobre el tiempo que su hijo puede dedicar a ver televisión cuando va a visitar a sus amiguitos. Comparta ideas para encontrar alternativas a la televisión, así como ideas para actividades y salidas familiares que resulten placenteras.
Si habla con sus hijos sobre lo que ven en la televisión tendrá la oportunidad de entender sus pensamientos, sus temores o sus conceptos erróneos. Mantenga un tono de conversación, no de discusión. Escuche a su hijo. Exprese su punto de vista como padre, pero no trate de imponerlo. Estas son algunas muestras de las preguntas que puede hacer a sus niños:
Cuando se aproximen las vacaciones, busque juguetes y regalos que promuevan los juegos creativos e imaginarios; trate de no regalar los personajes y los accesorios relacionados con programas de acción presentados en la televisión. A continuación le damos algunas sugerencias que le brindarán a su hijo muchas horas de esparcimiento:
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